(POST ESPECIAL) LOS SUV: ORIGEN, SIGNIFICADO Y EVOLUCIÓN
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17/10/2024Como estamos en la semana del Día de la Hispanidad, es la ocasión perfecta para hablar sobre el origen de la historia del automóvil en España. Varias son las empresas españolas que se han dedicado al sector automotriz como es el caso de Hispano-Suiza, Spania GTA, Pegaso o, la más famosa de todas, la Sociedad Española de Automóviles de Turismos (SEAT). En el post de esta semana queremos aprovechar la celebración del día nacional recordando a La Cuadra, la marca pionera en la fabricación de automóviles en España.
LA CUADRA, UNA EMPRESA CON ORÍGENES MILITARES
La Cuadra fue una empresa automotriz que tuvo un período de vida muy corto, pero estuvo funcionando el tiempo suficiente para entrar en la historia. Fundada en 1898, se dedicó a la fabricación de automóviles a partir del año siguiente (1899) y cesó sus operaciones en 1901.
Pese a que está reconocida como la primera marca española de coches, hay que tener en cuenta que en 1889 Francesc Bonet Dalmau patentó y fabricó un vehículo de tres ruedas al que bautizó con el nombre de Bonet. Sin embargo, nunca se llegó a registrar como una marca, por lo que Bonet fue el padre del primer automóvil español, pero no el fundador de la primera empresa que se dedicaba exclusivamente a fabricar automóviles.
La Cuadra fue fundada por un militar llamado Emilio de la Cuadra Albiol en el mes de septiembre de 1898 en Barcelona, en la calle Diputación, haciendo esquina con el paseo de San Juan. El nombre completo y oficial de la empresa fue el de Compañía Española de Coches Automóviles Emilio de la Cuadra, Sociedad en Comandita. Como toda compañía recién fundada, se necesitaba financiación para poner en marcha el proyecto. Para eso, Emilio de la Cuadra contó con una persona que le respaldó económicamente, que fue su suegro Joaquín Escrivé de Romaní.
PARÍS 1889. LA SEMILLA DEL AUTOMÓVIL EN ESPAÑA
La idea de fundar una empresa de fabricación de automóviles en suelo español, le sobrevino a Emilio de la Cuadra tras visitar la famosa Exposición Universal de París de 1889, un evento al que ya le dedicamos un post en su día. Con el “marketing” que se hizo en este acontecimiento mundial acerca de lo que podría aportar a la humanidad los carruajes sin caballos, Emilio de la Cuadra quedó fascinado con los inventos expuestos en París y vio un gran potencial en el mundo del automóvil.
MODELOS MÁS LLAMATIVOS
Tras visitar París, y una vez ya fundada la compañía en España, La Cuadra priorizó la fabricación de vehículos de propulsión eléctrica. Esta elección se debió a que Francesc Bonet, que también acudió a la Exposición de París de 1889, había obtenido la exclusiva para la producción de vehículos con motor de explosión en España, por lo que no tuvo más remedio que tirar de otras alternativas.
La Cuadra empezó a construir prototipos eléctricos de varios tipos de vehículos. Construyeron un camión, un ómnibus (o autobús) y un coche. Todos ellos tuvieron un final triste, ya que todos acabaron desguazados a causa de que las baterías eléctricas se agotaban a una velocidad muy rápida debido al peso de los vehículos. Más adelante se intentó buscar una alternativa y se probó el instalar un motor de explosión accionado por un grupo electrógeno que tenía la tarea de recargar las baterías. Este invento también fue un fracaso y a partir de 1899 optaron por desarrollar motores de explosión, ya que en esta época Bonet ya no tenía la exclusividad.
La empresa no hubiera empezado a funcionar sin el fichaje del ingeniero suizo Marc Birkigt. A causa del alto coste de sus proyectos, el suizo Charles Vélino o Carlos Vellino en español, propuso contratar a un compatriota suyo que era ingeniero. Era un chico de 21 años llamado Marc Birkigt. Este ingeniero joven del país helvético estaba trabajando en España como el agente de la marca Benz en nuestro país. Aparte de Birkigt, La Cuadra también incorporó en la plantilla a Domingo Támaro, un piloto de la marina mercante y que era aficionado a los automóviles. Gracias a estas incorporaciones, la empresa sí comenzó a funcionar, pero los vehículos eléctricos que fabricaban todavía tenían mucho que mejorar, ya que sus baterías no aguantaban más de 4 o 5 kilómetros.
EL ÓMNIBUS FRACASADO
Dentro de los modelos que se fabricaron, el ómnibus eléctrico fue el vehículo que más problemas presentaba para la empresa. Este tipo de modelo se fabricó por un encargo del Hotel Oriente de Las Ramblas de Barcelona, que necesitaba ese tipo de vehículo para ir a recoger a sus clientes a la Estación de tren de Francia. Solicitaron que el modelo fuese un lujoso carruaje que tuviera un aforo para 20 personas.
Este vehículo poseía unas dimensiones de 5,5 metros de longitud, por 2,2 metros de anchura y 3 metros de altura. Tenía que estar equipado con cortinillas en los cristales, redes para colocar pequeños objetos, alumbrado eléctrico tanto en el interior como en el exterior y un espacio cubierto con capacidad para 500 kg de carga de equipaje. El vehículo tenía casi 7 toneladas de peso, y dos motores eléctricos de 30 Kw (15 cada uno), que combinados proporcionaban una potencia de 43 CV y una velocidad máxima de 20 km/h. El precio del vehículo rondaría las 30.000 pesetas de la época, proporcionando así grandes beneficios a la compañía.
Sobre el papel fue una buena idea, pero en la práctica no se dio el resultado esperado. El acumulado eléctrico que diseñó Carlos Vellino no funcionaba. Al pasar los plazos, el incremento de los costes y un viaje de presentación fracasado desde Barcelona hasta Vich en agosto de 1900, provocaron que Vellino fuese cesado como director técnico de la empresa y Marc Birkigt heredó el cargo.
DE LOS MOTORES ELÉCTRICOS A LOS MOTORES DE EXPLOSIÓN
Una vez asumido el mando, Marc lo tuvo claro, había que abandonar todos los proyectos que tuvieran que ver con los motores eléctricos y centrarse en los motores de explosión. Con este cambio de rumbo, empezaron a ir mejor las cosas en el negocio. Se diseñaron dos motores de explosión: ambos de dos cilindros, pero uno era de 4,5 HP y el otro de 7,5 HP.
La idea era fabricar seis ejemplares en total. El primer modelo de 4,5 caballos llegó a ganar una carrera. Esto provocó que se fabricaran el resto de unidades. A mediados de 1901 los nuevos vehículos, a los que denominaron Centauro, ya estaban listos para ser comercializados. De hecho, el único vehículo superviviente en la actualidad de La Cuadra, es uno de estos Centauros de 7,5 caballos.
DECADENCIA Y DESAPARICIÓN
Desgraciadamente en ese 1901 se produjo el fin de la compañía. Las arcas de la empresa ya estaban muy mermadas para ese año y la huelga general producida en mayo de 1901 fue la gota que colmó el vaso. La empresa se vio obligada a suspender los pagos en noviembre de ese año. A esto hay que sumarle que la compañía empezó a fabricar motores que funcionaban bien, pero no tenían inversores para seguir construyendo más, por lo que se declaró en bancarrota.
Con la disolución de la compañía, Emilio de la Cuadra regresó al ejército. Los coches que no se terminaron de construir fueron comprados por uno de los principales acreedores, José María Castro, que más adelante fundaría la marca Castro, otra empresa española de automóviles que tuvo una corta vida y que cayó en bancarrota. Con la quiebra de Castro, el ingeniero suizo Marc Birkigt decidió fundar junto con el empresario y político Damián Mateu la icónica empresa de coches Hispano-Suiza, aunque eso ya es un tema para otro post.
Como hemos visto, La Cuadra tuvo una vida efímera. Sin embargo hizo algo que será recordado para siempre y que nadie más podrá decir. Fue el kilómetro cero de la automoción española.