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12/09/2024En nuestros anteriores posts hemos hablado de cómo se originó el automovilismo. Su origen tiene lugar en Francia y otros países del viejo continente no tardarían en subirse al tren de las carreras. Este entusiasmo por las carreras de carruajes motorizados no tardaría mucho tiempo en atravesar el Atlántico. De hecho, solo se tardó un año y medio desde la París-Rouen de 1894 para que en Estados Unidos se organizara la primera carrera de coches celebrada en suelo americano. Esta semana, vamos a hablar de dos de las primeras carreras que tuvieron lugar en América.
CHICAGO, EL KILÓMETRO CERO DEL AUTOMOVILISMO AMERICANO
Oficialmente hablando, la primera carrera automovilística americana es la conocida como Chicago Times-Herald Race. Como su propio nombre indica, este evento fue organizado por el periódico estadounidense Chicago Times-Herald, algo que también sucedió con la primera carrera europea de la París-Rouen, que fue organizada por el periódico parisino Le Petit Journal. Esta carrera tenía un objetivo muy claro, servir como una gran operación de marketing para promocionar un tipo de vehículo concreto, las motocicletas. Esto se debe a que en Estados Unidos ese tipo de vehículo fue introducido dos años antes, en 1893. Viendo el éxito que tuvieron las carreras de París-Rouen y de París-Burdeos-París del año siguiente, los estadounidenses no tardaron en darse cuenta de que las carreras eran un buen escaparate publicitario.
Hoy en día, nos parecería una auténtica locura ver en un circuito, una carrera en la que compitan de manera simultánea tanto coches como motos. Pues exactamente eso sucedió aquí. La participación fue bastante baja, ya que solo corrieron seis vehículos, pero eran cuatro automóviles y dos motocicletas, algo que no había sucedido en carreras en Europa hasta el momento.
La carrera tuvo lugar el 28 de noviembre de 1895 en Chicago, aunque el Chicago Times-Herald anunció la prueba unos meses antes, el 10 de julio. En la prensa de la época se hablaba de que el premio para el ganador iba a ser de un total de 5.000 dólares, que equivaldría en la actualidad a unos 183.100 dólares. Sin embargo esto no fue así, ya que al final fueron 2.000 dólares los que se le otorgaron al ganador y también una medalla de oro, un precedente de lo que se daría como premio en los Juegos Olímpicos actuales que, como dato curioso, comenzarían justo un año después de esta carrera.
Otras cosas que estuvieron alteradas fueron la fecha y el itinerario. Se quería celebrar la prueba el dos de noviembre, pero se retrasó al 28 de ese mismo mes por la baja lista de participantes. Pese al cambio de fecha, solo seis se inscribieron, ya que muchos de los participantes no terminaron sus automóviles a tiempo. El itinerario original de la carrera iba desde el norte de Chicago hasta Milwaukee, pero se descubrió que las carreteras no tenían las condiciones adecuadas para que estos primeros vehículos motorizados las atravesasen con facilidad y de manera segura. Por esta razón, la ruta se cambió para que fuera de solo 54 millas, o de 87 kilómetros. Iría desde Chicago a Evanston y viceversa, por lo que Chicago sería tanto la línea de salida como la línea de meta, usando el sistema empleado de partida y regreso de la París-Burdeos-París. La línea de meta estaba cerca de donde está hoy el Museo de Ciencia e Industria de Chicago, que había sido en 1893 el Palacio de Bellas Artes de la Exposición Colombina.
Mapa con el itinerario de la carrera (Creative Commons)
CUATRO AUTOMÓVILES VS DOS MOTOCICLETAS
En cuanto a los participantes, como hemos dicho antes, hubo cuatro automóviles y dos motocicletas. De los automóviles, tres de ellos fueron vehículos de Benz, por lo que se puede decir que la actual Mercedes estuvo presente en la primera carrera de Europa y de América. El otro automóvil de cuatro ruedas que participó fue una camioneta motorizada de Frank Duryea. Las dos motocicletas que participaron carecían de potencia para subir las cuestas que formaban parte del recorrido. Uno de los Benz chocó contra un caballo y se vio obligado a abandonar la carrera. Ya, en el viaje de regreso la camioneta de Frank Duryea comenzó a tomar el liderato. Finalmente esta camioneta pudo vencer a los Benz y a las motocicletas en la primera carrera americana de la historia. Completó la prueba en un total de 7 horas y 53 minutos con una velocidad promedio de 7 mph (11 km/h).
El otro vehículo que pudo terminar la prueba fue el Benz inscrito por Oscar B. Mueller, sin embargo, ese automóvil, desde el punto 31 del recorrido hasta la meta, tuvo que ser pilotado por Charles Brady King, al quedar Mueller inconsciente por el cansancio acumulado.
Se puede decir que la operación de marketing realizada fue un éxito rotundo, ya que gracias a esta carrera, en la que los periódicos dijeron que el transporte a caballo estaba acabado, se aceleró el ritmo de desarrollo del automóvil en los Estados Unidos, hasta tal punto, que la producción comercial de los automóviles en este país comenzó solo un año después.
NARRAGANSETT TRITTING PARK, EL PRIMER ÓVALO AUTOMOVILÍSTICO
Debido al impulso en el desarrollo de los automóviles provocado por el éxito de esta carrera de Chicago, un año después tuvo lugar la que sí que fue la primera carrera de Estados Unidos en la que todos los participantes eran automóviles. El evento se celebró el 7 de septiembre de 1896 y tuvo lugar en el Narragansett Trotting Park, un óvalo de tierra de una milla de longitud (1,6 km) que estaba diseñado para albergar carreras de caballos. Se ubicaba en la ciudad de Cranston, en Rhode Island. Puede decirse que este fue el inicio de las famosas carreras americanas en óvalo, como hacen el IndyCar y la NASCAR en la actualidad.
Esta carrera tenía una finalidad muy clara: servir como operación de marketing para que las compañías de automóviles dieran a conocer sus vehículos al gran público. Fue una operación de marketing exitosa, ya que en el óvalo asistieron más de 60.000 personas y otros cientos de miles leyeron sobre ella en la prensa de la época. La carrera en sí era bastante corta, ya que solo se tenía que dar 5 vueltas. Otro detalle curioso de esta carrera fue también la baja participación. Solo hubo siete automóviles, un vehículo más que en la carrera de Chicago, y muy variados. Al no existir una tecnología dominante en la época, hubo participantes con automóviles de gasolina, eléctricos y de vapor, como pasaba también en las carreras europeas.
De los siete participantes hubo un vehículo eléctrico, cinco coches con motor de combustión y uno de vapor. Sorprendentemente, el vehículo eléctrico fue el vencedor, conocido como el Riker Electric. Completó las cinco vueltas en tan solo 15 minutos. Esta victoria hizo pensar a la prensa de la época que el vehículo eléctrico era el modelo a seguir por su sencillez de uso y rendimiento, pero perecieron frente a los de combustión interna cuando estos últimos consiguieron adelantarse en otros aspectos como eran la autonomía o el tiempo de repostaje.
En la actualidad, Estados Unidos es uno de los países con más tradición en las carreras de automóviles. No solo tienen en el presente categorías locales de fama mundial como el IndyCar, la NASCAR o la IMSA, sino que también tardaron meses desde la creación del automovilismo en Francia en darse cuenta de que este mundo era una máquina de marketing perfecta para promocionar el avance y desarrollo de nuevas tecnologías que transformarían el país y el estilo de vida de sus habitantes.