PARÍS-ROUEN 1894. LA PRIMERA CARRERA AUTOMOVILÍSTICA
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08/08/2024En el post de la semana pasada hablamos sobre el origen del automovilismo. Un concurso de carruajes sin caballos que empezaba desde París y acababa en Rouen dio origen a las carreras de coches. Sin embargo, como vimos, en ese primer evento de motor del mundo el ganador no se decidía por el primero que llegase al lugar de destino. Sino que, al tratarse de un concurso, un jurado tomaba en consideración una serie de factores que, al realizar un balance de conjunto, decidían quién era el ganador. Habría que esperar algo menos de un año para la primera carrera automovilística de la historia, donde el ganador sí era quien llegase primero a la línea de meta. Acompáñanos a conocer la historia de la París-Burdeos-París de 1895, la primera carrera cronometrada del automovilismo.
PERFECCIONANDO LOS ERRORES DE LA PARÍS-ROUEN DE 1894
Tras discrepancias con el criterio o criterios para decidir quién era el ganador de la primera carrera de la historia del automovilismo, entre el 11 y 13 de junio del año siguiente, se decidió organizar un nuevo evento de motor al estilo de la París-Rouen, aunque tendría sus diferencias para mejorar lo que ya se había visto. En primer lugar tenemos la tipología del evento. Muchos historiadores del motor y aficionados defienden que la París-Burdeos-París de 1895 fue verdaderamente la primera carrera de automóviles de la historia, ya que la París-Rouen del año anterior era catalogada por la prensa de la época como un concurso, no como una carrera.
Lo que sí podemos esclarecer al cien por cien, es que la prueba París-Burdeos-París de 1895 fue la primera carrera del automovilismo donde el ganador sí era el primero en alcanzar la línea de meta o, dicho de otra manera, el vehículo que menos tiempo tardase en hacer el recorrido establecido. Como su propio nombre indicaba, la París-Burdeos-París fue una carrera de carruajes a motor que tenía como lugar de origen y de destino a la capital francesa. Sin embargo, había que llegar hasta una ciudad determinada y volver. En este caso, a la ciudad francesa de Burdeos. El recorrido total de la carrera se componía de 1.178 kilómetros.
Como anécdota, a esta carrera se la llegó a denominar como el Primer Gran Premio del Automóvil Club de Francia (ACF). Realmente a la carrera nunca se le conoció de esta manera, ya que esta denominación se remonta a un movimiento político retrospectivo de principios de la década de los 1920, al referirse los medios franceses a las carreras celebradas en Francia antes del Gran Premio de la ACF de 1906 como carreras del GP de Francia, pero realmente no podemos, desde el punto de vista historiográfico, referirnos a estas primeras carreras de carruajes como Grandes Premios. Habría que esperar hasta el año 1906 para empezar a hablar de los eventos catalogados como Grandes Premios, tal y como se conocen en la actualidad a las carreras del Mundial de Fórmula 1 o de Motociclismo.
PARTICIPANTES Y DESARROLLO DE LA CARRERA
Al igual que en la París-Rouen del año anterior, para la París-Burdeos-París se inscribieron numerosos participantes, aunque no todos tomaron la salida. Esta vez fueron 30 los que quisieron participar en el evento, pero 21 fueron los que acabaron tomando la salida. Aquí, todo el que se inscribió lo hizo poniendo los pies en el suelo a la hora de decidir qué tipo de tecnología usar en sus carruajes. Ya que, si en la París-Rouen hubo gente que se presentó con vehículos “que usaban la gravedad o el agua como combustible”, aquí todos participarían o con un vehículo de vapor o con uno de gasolina. Solo hubo una excepción, que fue la del conductor Charles Jeanteaud, que se inscribió con un vehículo eléctrico que llevaba su nombre. Sin embargo, desgraciadamente sería uno de los que se apuntaron a la carrera, pero que no acabaron tomando la salida.
En cuanto a marcas se refiere, Peugeot y Benz fueron las únicas marcas participantes que siguen presentes en la actualidad. Por el lado de los pilotos tenemos a algunos participantes de la París-Rouen que repitieron en esta prueba, como es el caso de Émile Levassor o Auguste Doriot. Tenemos también al conde Jules-Albert de Dion que, como curiosidad, participó en esta carrera con el dorsal número uno. Él quería quitarse esa espina que tenía clavada por no haberle concedido la victoria tras llegar primero en la París-Rouen del año anterior. Sin embargo resulta curioso verle inscrito con el dorsal número 1 como si fuese el “campeón defensor”, como si realmente hubiese ganado esa primera carrera de la historia.
El Conde Jules-Albert de Dion repitió participación en la París-Burdeos-París de 1895 (Creative Commons)
Como último dato a destacar de los participantes, debutó un conductor llamado André Michelin, que sería el posterior fundador de la marca de neumáticos que todos conocemos hoy en día. De hecho, en esta carrera se inscribió con un carruaje azul y amarillo, que es el que le da los colores corporativos a la empresa y con el que pasó a la historia en esta carrera por una razón que explicaremos en un futuro post.
DESARROLLO DE LA CARRERA
La primera carrera del mundo donde el ganador fue el que primero en completar el recorrido tuvo un claro dominador, y ese fue Émile Levassor. El francés, que conducía uno de los carruajes de su propia empresa, Panhard & Levassor, arrancó la prueba y terminó adelantando al líder, el Conde Jules-Albert de Dion, cuando éste se detuvo para cargar agua para su vehículo de vapor. Levassor no soltó el liderato de la prueba desde entonces, aunque como es lógico, iba haciendo periódicamente paradas para comprobar todos los componentes de su carruaje. Llegó a la ciudad de Burdeos varias horas antes de lo previsto. Este hecho, provocó que Émile tuviera que conducir también el camino de vuelta a París. Esto se debe a que, originalmente, le iba a sustituir otro conductor para hacer el relevo, pero se encontraba durmiendo todavía en un hotel del que nadie sabía cuál era. Levassor no tuvo más remedio que continuar, aunque se lo tomó con calma para evitar cometer errores. Tras pasar dos días y dos noches al volante, llegó triunfalmente a París, alcanzando una velocidad media de 24,5 km/h.
En sus declaraciones post-carrera confesó que unos 50 kilómetros antes de llegar a París, tomó un refrigerio bastante lujoso en un restaurante que le ayudó muchísimo, pero que se sentía cansado del esfuerzo, y no era para menos. Levassor consiguió llegar a la línea de meta primero con un tiempo total de 48 horas y 48 minutos. De los 21 participantes, solo nueve pudieron completar el recorrido. Con casi seis horas de diferencia, llegó a la meta el Peugeot de Louis Rigoulot y tercero llegó Paul Koechlin con otro Peugeot, pero la cosa no acabó ahí.
DE NUEVO, DISCREPANCIAS SOBRE QUIÉN GANÓ
Y como pasó en la París-Rouen, de nuevo hubo un ganador distinto al que llegó en primer lugar a la meta. Ahora no fue por el hecho de ser un concurso donde un jurado elegía al ganador por una serie de criterios, sino que ahora había que tener en cuenta un pequeño detalle del reglamento. En las normas de la carrera, se estipulaba que los carruajes que participasen, debían de tener cuatro plazas. Tanto Émile Levassor como Louis Rigoulot, que habían sido primero y segundo respectivamente, compitieron con carruajes de dos plazas. Por lo tanto, ambos fueron descalificados y no pudieron optar por el primer premio. De rebote, el ganador fue el Peugeot de Paul Koechlin, que había llegado tercero a 11 horas de distancia de Émile Levassor, llevándose un premio en metálico de 31.500 francos franceses de la época.
Con esto, la París-Burdeos-París fracasó en su intento de ser la primera carrera del mundo donde el ganador fuera el que llegase primero al final del recorrido, sin embargo asentó las bases para que el reglamento se perfeccionara y no se tardase en ver una carrera de automóviles donde el ganador sí fuese el primero en cruzar la meta. Lo que sí que hizo bien esta carrera fue el éxito que tuvo. La primera carrera del mundo en 1894 fue un recorrido de 126 km, mientras que esta segunda carrera la distancia se multiplicó por diez. Esta carrera demostró de manera muy clara, que el automovilismo vino para quedarse, ya que se pudo ver que tanto los pilotos como los coches eran capaces de recorrer grandes distancias, generando un gran entusiasmo entre el público e hizo que los eventos de automóviles, en términos comerciales y de marketing, fueran viables.