1896. EL AÑO QUE GOTTLIEB DAIMLER CREÓ LA PRIMERA CAMIONETA DEL MUNDO.
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26/09/2024Cada vez se habla más de que el coche eléctrico es el camino a seguir y que poco a poco irán sustituyendo a los tradicionales automóviles de motor de combustión interna. De hecho, muchos de los vehículos que ejercen como taxis son híbridos o cien por cien eléctricos. Pese a que el taxi eléctrico puede parecer algo muy moderno, lo cierto es que el verdadero origen del taxi eléctrico se remonta a los últimos años del Siglo XIX. Para ser exactos, a 1897 y de la mano del ingeniero británico Walter Bersey. En el post de esta semana reviviremos cómo tuvo lugar el pistoletazo de salida de los primeros taxis eléctricos del mundo.
WALTER BERSEY, EL PADRE DE LOS TAXIS ELÉCTRICOS
Walter Charles Bersey nació el 15 de octubre de 1874. Estudió en el Finsbury College of Engineering, asistiendo a cursos impartidos por el físico e ingeniero eléctrico Silvanus P. Thompson. La formación adquirida en este período de su vida, hizo que a la temprana edad de 23 años desarrollara un nuevo tipo de batería que le permitió construir un autobús eléctrico en el año 1888. En el mes de agosto de 1894, consiguió hacer funcionar el autobús al recorrer dicho vehículo una distancia de entre 4.800 a 6.400 kilómetros. En ese mismo año, Walter Bersey había desarrollado una furgoneta eléctrica para paquetería para su uso en la ciudad de Londres. Las prestaciones de esta furgoneta hacían que tuviera un alcance efectivo de entre 40 a 80 km y se decía que los costes de funcionamiento eran la mitad de los de una furgoneta tirada por caballos. Durante los siguientes once meses, aquel prototipo cubrió 1.600 km o 1.000 millas, por lo que fue bien recibido por la prensa, aunque también tuvo sus detractores.
Foto de Waltr Bersey (Creative Commons)
Bersey siguió dando pasos hacia delante y decidió construir su primer coche eléctrico en 1895. Se trataba de un automóvil cuyo diseño incorporaba dos motores accionados por cadena y una caja de cambios de embrague de dos velocidades. El plan de marketing de Bersey para este automóvil eléctrico fue bastante claro. Decidió presentarlo en la Exposición Internacional de Carruajes sin Caballos en el Instituto Imperial el 15 de mayo de 1896. Fue descrito como “suave pero lento”. Bersey diseñó varios de estos vehículos eléctricos, aunque ninguno se ha conservado hasta nuestros días. Durante los años 1895 y 1896, Bersey acabó convirtiéndose en miembro asociado de la Institución de Ingenieros Eléctricos. Aparte de presentar este coche eléctrico, también en ese 1896 realizó una publicación titulada “Carruajes propulsados eléctricamente”. En dicha publicación presentaba varios carruajes con este tipo de propulsión, tanto los fabricados por el propio Bersey como otros carruajes construidos por otros fabricantes.
LA CABINA ELÉCTRICA BERSEY
Con el éxito de las creaciones que fue construyendo, Walter Bersey quiso ir un paso más allá en ese mismo 1896. Decidió desarrollar un taxi eléctrico destinado para ser usado por el centro de Londres. Este tipo de vehículo es por el que pasaría a la historia este ingeniero. El plan de marketing para dar a conocer el automóvil fue mixto, ya que aprovechó varios eventos de diferentes características para presentar el taxi. El primero de ellos fue el Salón del Automóvil de South Kensington, que es un distrito ubicado al oeste del centro de Londres. Y el segundo evento fue la conocida como London to Brighton Veteran Car Run. Como curiosidad, este evento disputaba en 1896 su primera edición y se dejó de correr, pero en 1927 fue resucitado y actualmente es el evento de motor más antiguo del mundo que se sigue disputando, aunque no se puede considerar como una carrera automovilística, sino más bien como un evento de exhibición.
En cualquier caso las presentaciones del taxi fueron un éxito, ya que el 19 de agosto de 1897 un lote de 12 taxis entró en servicio para la empresa London Electrical Cab Company, siendo esta fecha el punto de partida de esta empresa y, sobre todo, de la historia de los taxis eléctricos. El vehículo en sí era un modelo alimentado por un pequeño motor eléctrico de 3 CV situado en el eje trasero, que le proporcionaba una velocidad máxima de 16 km/h. Se alimentaba por una batería formada por 40 celdas y 170 Ah, que le permitían disfrutar de una autonomía de unos 80 kilómetros con cada carga. Esta cantidad se traducía en una cantidad suficiente para cubrir la jornada diaria. Un problema de este automóvil era precisamente el cómo recargar las baterías. No se podía dar de alta un contrato y colocar una toma, ya que por aquella época no existía una red de distribución nacional. Para solventar este problema, una empresa privada enviaba energía eléctrica a la fábrica para poder así cargar las baterías.
En cuanto al servicio que ofrecían, los taxis cobraban la misma tarifa que la alternativa que existía en la época que requería de caballos. Al conseguir hacerle la competencia a los caballos, la flota de taxis fue ampliada y se pasó de 12 a 75 vehículos. Acabó convirtiéndose en un medio de transporte sencillo, funcional y también muy lucrativo. Según los registros de la época, el ayuntamiento de Londres cobraba un impuesto especial de 20 chelines diarios, lo que equivaldría a 100 libras.
Pese a estos sucesos aparentemente positivos, lo cierto es que hubo algunos inconvenientes que acabaron tumbando el proyecto, empezando por el peso de las baterías. Este hándicap gran peso de las baterías del vehículo provocaba un desgaste excesivo de los neumáticos, vibración y aumento del ruido. Las vibraciones dieron como resultado el daño de las delicadas baterías de placa de vidrio. El vehículo pesaba en total 1.500 kilos, pero la mitad de su peso era solamente la batería. Podemos imaginarnos lo difícil que sería mover estos vehículos en las pendientes, donde apenas podía mantener el ritmo de una persona caminando.
También hay que tener en cuenta el estado de las carreteras de la época, lo que provocaba que cuando el suelo se humedecía con la lluvia londinense, que no es poca, las ruedas se hundían en las zonas blandas y no había forma de sacarlo de ahí. A todo esto le sumamos también el costo de los reemplazos de las baterías y los neumáticos de caucho macizo. Esta mezcla de factores acabó provocando que la London Electrical Cab Company mostrara en sus informes que sufrieron pérdidas de 6.200 libras de la época en su primer año de operaciones. Como consecuencia de esto, los taxis fueron retirados del servicio y la compañía se declaró en bancarrota en agosto de 1899.
UN FRACASO DEL QUE SE APRENDIÓ DE LOS ERRORES
Como hemos comprobado, la idea de utilizar taxis eléctricos no acabó siendo un negocio rentable para 1897. Pero sí asentó las bases para que en el futuro sí lo fuese. Ya sabemos lo que se suele decir, para alcanzar el éxito, primero hay que fracasar, y cuando veáis por la calle algún taxi eléctrico, recordad la figura de Walter Bersley, ya que fue el primero que se aventuró a utilizar este tipo de transporte con este tipo de tecnología.